fracaso lanzamiento

“A veces se gana, otras se aprende”: crónica de mi primer fracaso emprenduril

Hay veces en las que pasan cosas inexplicables.

Trabajas desarrollando un proyecto en el que no ves más que defectos y pegas (más por tu afán perfeccionista que porque realmente sea una porquería), y a los demás les parece una maravilla.

O dedicas horas a trabajar en una idea que no queda al final como querías.

O sí. Y a pesar de tú acabar contentísima con el resultado parece que fueras la única que lo viera con esos ojos.

Nuestras expectativas no siempre se corresponden con la realidad.

Cuando eso pasa y hay algo que no encaja a mí me gusta pararme a analizar por qué.

Si es positivo para repetirlo.

Si no lo es tanto, para no volver a caer.

Es eso precisamente lo que hecho con mi intento de lanzamiento de un curso fallido.

Considero que ha sido mi primer gran “fracaso emprenduril”.

O más bien…

Mi aprendizaje más sonado desde que empecé a emprender 😉

Dos caras

Me gustaría empezar con una reflexión.

Cuando las cosas no salen como esperamos podemos reaccionar de muuuchas formas.

reacciones emojis

Podemos echar la culpa de lo que nos ha pasado al resto del mundo. Y patalear, enfadarnos, llorar, frustrarnos…

O podemos asumir la responsabilidad que tenemos. Y aún así, frustranos igualmente por haber metido la pata y enfadarnos con nosotras mismas.

Claro que también podríamos quedarnos con lo bueno que nos pueda reportar esa experiencia aceptando que somos humanas y que la próxima vez lo haremos mejor. Eso sería lo ideal.

Yo creo que todas esas reacciones podrían englobarse dentro de dos visiones que no son más que las caras de una misma moneda: una externa y otra interna.

Y hablo de una misma moneda porque esa experiencia, independientemente de cómo la vivamos e interpretemos, es la misma.

La primera perspectiva, la externa, nos deja a merced de nuestro destino, inmóviles y sin posibilidad de hacer nada respecto a la situación que hemos experimentado.

La segunda, que da un poquito más de miedo, nos abre las puertas del cambio.


Si creemos que las cosas tendrían que ser de otro modo, sólo eligiendo la visión interna, en la que asumimos por lo menos parte de la responsabilidad que tenemos, podremos hacer algo por aprender, evitar que la experiencia se vuelva a repetir y crecer.


Y cuidado, que eso tampoco es blanco o negro. Lo que nos pasa no depende exclusivamente de nosotras. Sería un error machacarnos cuando las cosas no salen como queremos. Hay factores que se nos escapan y no podemos controlar.

Además, que de ese rum rum con el que nos autosaboteamos no sale nada constructivo.

Sin embargo, sí que está en nosotras elegir qué pensar, cómo sentirnos y qué hacer al respecto en cada situación.

reconocimiento trabajoY eso también vale para casos que podríamos considerar positivos.

Que puede pasarte algo buenísimo, como que recibas un reconocimiento por tu trabajo, y en lugar de sentirte orgullosa le quites importancia, diciendo que no ha sido para tanto.

Yo intento ver todas las situaciones que vivo como experiencias de las que aprender.

Algo que igual te suena, porque así lo manifestaba ya en este post sobre grandes fracasos y aprendizajes que publiqué hace tiempo. (Y verás que no soy la única cuando descubras las experiencias que algunos artesanos se animaron a compartir).

Eso sí, reconozco, que me ha llevado tiempo tomarme las cosas con esta filosofía.

Años.

Yo también he culpado a las circunstancias de lo que me ha pasado muchas veces. Y otras me he ido al otro extremo y me he machacado pensado que era todo culpa mía y que no valía para eso, o que era torpe…

Afortunadamente ahora, el embajonamiento inicial cuando las cosas no salen tan bien como esperaba me dura poco. También lo siento, eh, que no es que me ría a carcajadas cuando me desilusiono. Pero asumo que regodearme en ese sentamiento negativo no me va a llevar a ningún sitio e intento sacar algo bueno y aprender.

Y con este “fracaso emprenduril” no iba a ser menos 😉

La bola de nieve

Hace algún tiempo lancé una encuesta para conocer más sobre tu realidad y la de otras artesanas que me leéis.

Quería saber cuáles son los principales problemas a los que te enfrentas y qué te gustaría aprender.

Una cosa es lo que yo veo y entiendo, y otra lo que tú sientes. Puede haber cosas de las que yo no sea consciente, por mucho que me empeñe en descubrirlas, y viceversa. Que tú no seas del todo consciente de qué pasa o de las posibilidades que existen ahí fuera.

entedimiento cliente

El caso es que hice un análisis bastante profundo de todas las respuestas.

aprender en encuesta

Respondí cada uno de los más de 60 mensajes que recibí.

Clasifiqué las respuestas, o las partes de un mismo mensaje, en distintas categorías para los problemas: falta de ventas, falta de visibilidad, definición del cliente ideal, gestión del tiempo…

Realicé un análisis cuantitativo, viendo qué porcentaje de las respuestas encajaban en cada categoría.

En incluso realicé un análisis cualitativo, en el que analicé las palabras y expresiones usadas. Muchas veces esconden más de lo que realmente se dice, o se están dejando entrever otros problemas.

problemas encuestaEntonces me di cuenta de que los principales problemas estaban todos interconectados:

  • Si no sabes a quién te diriges difícilmente vas a poder darte a conocer entre tu público.
  • Si éste no sabe que existes difícilmente le vas a vender.
  • Si centras tus energías en dirigirte a personas que no valoran lo que haces vas a a acabar agotada y sin resultados.

Así es como empezó lo que he llamado “el efecto bola de nieve”: al empezar a rodar la bola (mi idea del curso para solucionar tus problemas), ésta cada vez se fue haciendo más grande.

En lugar de centrarme en dar solución al problema principal de la forma más simple posible, pensé en hacer algo que te ayudase a la vez con todos los otros problemas relacionados.

Llegué a la conclusión de que si te ayudaba a definir a tu cliente ideal y a sacar el máximo partido de Facebook para conectar con él, podrías ir poco a poco aumentando tu visibilidad y tus ventas.

Lo que sucedió cuando me puse a definir qué quería que entrase en el curso, es que cada vez se me ocurrían más y más cosas que podía añadir para completar la formación.

Como resultado definí la programación de un curso sobre Facebook en el que quería que aprendieras: a conocer a tu cliente ideal; a generar en Facebook contenido para esa persona; que supieras de qué forma configurar tu fan page para sacarle el máximo partido; que conocieras qué herramientas, de Facebook y externas, puedes usar para gestionar tu página; que pudieras entender las estadísticas de Facebook para analizar qué funciona de las acciones que llevas a cabo y cuáles no; que supieras cómo funciona Facebook a nivel interno y que algunas expresiones dejaran de sonarte raras; que aprendieras a integrar ahí tu tienda, a promocionarte con distintas estrategias…

Y bueno, ya paro, porque el sólo hecho de escribir todo esto me está empezando a generar estrés, jeje.

Como ves, se me fue un poco de las manos.

En algún momento fui consciente de que ese megacurso era mucho más grande que aquél que de primeras me había planteado crear para ayudarte. Aún así, decidí seguir adelante.

Afortunadamente, lo hice a medias.

La bola llegó hasta el borde de un precipicio pero no nos caímos 😉

saltar precipicio

¿Qué pasaría si después de todo el trabajazo el curso no se vendía?

Decidí hacer una pre-venta. Eso me ayudaría a ver si el producto tendría aceptación antes de embarcarme de lleno en la creación.

Menos mal.

Si bien había dedicado bastante tiempo a definir el curso, algunos aspectos de la imagen y todo tipo de acciones que acompañan a un lanzamiento, antes de ponerme con la grabación del material decidí tantear el terreno.

Ofrecí una promoción especial a cambio de un poco de paciencia. Tú podrías comprar el curso mientras yo lo estaba creando.

Así, al menos, tendría la certeza de que lo que estaba haciendo serviría para algo.

Antes, ya había creado un pequeño grupo de usuarios beta testers que, a un precio todavía más especial, me ayudaría a decidir qué entraría en el curso.

Entre ese grupo la idea había tenido más aceptación de la que esperaba. Por eso me animé pensando que la cosa iría igual de bien al presentar el lanzamiento a toda la comunidad.

Entonces me topé de bruces con la realidad.

El mensaje promocional que envié por e-mail para anunciar el lanzamiento del curso prácticamente ni se abrió. Al menos, comparado con las newsletters.

De las más de 1600 personas que lo recibieron no lo abrieron ni 350.

Y todavía menos hicieron clic…

Y menos compraron.

Menuda desilusión.

Los aprendizajes que me llevo de mi primer lanzamiento fallido

Los números no acompañaban mi ilusión y mis ganas por crear ese primer curso de Facebook para artesanos.

Después del bajón inicial, reflexioné sobre el tema y lo que podía aprender.

Y mira, me he dado cuenta de que no es poco 😉

cita henry ford

1) Mejor empezar en pequeño

En el fondo esto lo sabía. Es preferible empezar poquito a poco e ir creciendo que quererlo abarcar todo de golpe.

Pero me olvidé de la teoría en el momento en el que me puse manos a la obra. Me emocioné.

Afortunadamente sólo me olvidé a medias, jeje.

He podido volver al punto de partida antes de haber dedicado toda mi energía a un curso que no era el momento de lanzar.

2) Tú mandas

Al analizar los problemas que salieron a relucir en la encuesta se me ocurrieron distintas formas de enfocarlos y darles solución.

Son tantísimas las posibilidades que internet ofrece que pensé en Facebook por todo su potencial, sabiendo que ya lo conoces y lo utilizas, aunque no de la forma más provechosa para tu negocio.

Eso es algo que yo veo desde fuera. Sin embargo, poco importa lo que yo crea si tú no compartes esa visión.

Por eso me gusta tanto pedir opinión y escucharte 🙂

Puede que quieras dar respuesta a tus dificultades de otra forma. O quizá en otro momento.

Está en mi mano irme adaptando a tus necesidades y no al revés, y así tengo la intención de actuar.

3) Lo que se dice importa

Si tan pocas personas sintieron curiosidad sobre el curso al leer el correo que envié, considero que es principalmente por dos motivos.

O no supe transmitir en el mensaje por qué podía ser interesante el curso y de qué forma podía ayudarte.

O el precio no resultó atractivo.

En realidad, creo que fue por una combinación de ambos.

De lo que me doy cuenta es de que no importa lo que lance tanto como el contenido y la forma en que lo presento.

El mensaje va a hacer de filtro. Si no es atractivo ni siquiera te vas a enterar de qué es lo que hay detrás de la promoción, por mucho que te pueda interesar.

4) La mentalidad también importa

En el punto anterior, presento una razón para no acceder a la información sobre el curso que me lleva a otro gran aprendizaje.

Tiene que ver con la relación que tenemos con el dinero.

Hay quien considera la formación como un gasto. Ve el desembolso que supone comprar un curso como un gasto, sin pensar en que más adelante el conocimiento adquirido le pueda ayudar a ganar más de lo que pagó por él.

Es como si no quisieras gastarte dinero en comprar material o herramientas para tus artesanías, sabiendo que es lo que te va a permitir ganar más después.

Más que gastos, son inversiones.

Entiendo que haya quien tenga dificultades económicas para hacer frente a esa inversión si es inesperada, pero ahí también entran en juego las prioridades de cada una.

5) Gmail no es mi amigo

Al analizar por qué el mensaje que envié con la oferta de lanzamiento del curso ha tenido tan poco índice de apertura comparado con el que tienen normalmente las newsletters, he descubierto que podría haberlo filtrado Gmail.

Resulta que Gmail manda ese tipo de correos a la Pestaña Promociones.

Así que si encuentras algún mensaje mío ahí y no quieres perderte más adelante nada de lo que saque (y si te interesa lo que escribo te va a interesar también), arrastra ese correo por favor a la bandeja principal.

También puedes añadir mi correo a tu lista de contactos como favorito 😉

6) Lo que no se mide no se puede mejorar

Cuando antes mandaba newsletters no me preocupaba de medir si se abrían o no.

Tampoco hacía pruebas con distintos asuntos para ver cuál de ellos funcionaba mejor.

Yo seguía haciendo lo mismo idependientemente de que eso pudiera atraer a una persona o a 500.

Utilizaba una herramienta gratuita que no me ofrecía tantas posibilidades de análisis como la de ahora. He cambiado de proveedor de e-mail para gestionar las listas y he empezado a estudiar qué impacto tiene lo que escribo.

Me doy cuenta de que, si bien, los resultados son normales, ser consciente de esos números es importante para poder llegar a mejorarlos y tomar acción.

7) Soy humana

Bueno, esto obviamente no lo he aprendido, pero me interesa recordármelo, porque se me olvida con mis exigencias cada dos por tres.

Por mucho que analice, que estudie, que aprenda e intente mejorar, va a haber cosas que se me escapen y que no siempre salgan como espero. Me volveré a dejar llevar por las emociones… Y me llevaré nuevos palos que iré corrigiendo con la práctica.

Cuando no tenía web ni escribía públicamente apenas nadie se enteraba de eso. Es más, intentaba que así fuera.

Y cuando empecé con el blog me costaba mucho escribir por temor a hacer las cosas mal, a ser juzgada, a lo que pudieran pensar las demás. Eso de exponerse da miedo.

Hoy me alegro de que ese temor a mostrarme vulnerable no me haya limitado a la hora de seguir adelante con el proyecto.

Menos mal. De no ser así hace mucho que Artesanía por el Mundo hubiese muerto.

Me alegro de poder escribir este post como un ejercicio de toma de conciencia de ello.

Y me alegro de poder compartirlo contigo por si mis experiencias y reflexiones te pueden ayudar de algún modo 😉


Y tú, ¿te animas a compartir algunos de tus aprendizajes y fracasos?

Un abrazo,

Beatriz

Foto de portada: imagen de m2mazzara


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Sobre Beatriz

Beatriz GM

Después de haber trabajado durante unos años como ingeniera en Alemania, emprendí un viaje que me cambió la vida: me fui a recorrer Sudamérica sola con una mochila. Allí descubrí algunos talleres de artesanía local y conviví con artesanos. Ahora me he propuesto ayudar a profesionales de la artesanía a hacer sus artesanías, sus técnicas y sus historias visibles en internet. ¿Seguimos en contacto en las redes? Facebook | Pinterest | Youtube

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Comentarios 4

  1. Hola Beatriz,

    Enhorabuena por el post porque gracias a esa experiencia y a tu valentía a la hora de contárnoslo todo no sólo nos ayudará a aquellos que estamos en un camino parecido al tuyo sino que te aportará muchísimo para tu próxima vez…

    No te desanimes ni mucho menos que ya verás como para la próxima todo sale mucho mejor. 😉

    ¡Un abrazo!

    1. Autor
      del Artículo

      ¡Gracias Pedro!

      He tomado nota y ya estoy trabajando e ilusionada de nuevo en esa próxima vez 😉

      Un abrazo

  2. Vaya pedazo de post!

    Enhorabuena por el aprendizaje y gracias por compartirlo. Tus reflexiones si han servido 😉 Yo acabo de empezar y las métricas y la parte técnica me parecen un mundo, pero está demostrado que es necesario atenderlas para mejorar y enfocarme en lo que funciona.

    Es genial Beatriz,

    ánimo para seguir aprendiendo.

    Elena.

    1. Autor
      del Artículo

      ¡Hola Elena!

      Me alegro de que te hayan servido mis reflexiones 🙂

      Cuanto antes empezamos a hacer un seguimiento de nuestras acciones antes podemos ser conscientes de qué impacto tienen y mejorar para seguir avanzando. Al final, por mucho que nos queramos centrar en ayudar, escribir y compartir y pasar de los números… Hay que hacerles un poquito de caso porque nos van indicando el camino 😉

      Gracias y ánimo también a ti en este camino de aprendizajes sin fin 😉

      Un abrazo

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